viernes, 2 de diciembre de 2016

¿Cómo, cuándo y dónde...?

Cuando ya nadie te nombre,
hombre,
no me vuelvas a buscar.

Cuando desaparezcas,
cuando tus palabras ya no valgan,
recordá:
vos nunca me escuchaste.

¿Cómo, cuándo y dónde
fue que tus erotismos se volvieron banales?


¿Cómo, cuándo y dónde
fue que tus ojos,
morochos,
me vieron marcharme?


Y, ¿lloraste?
No tengo idea, no lo sé.
Lo dudo.


Celestes fueron mis lágrimas durante dos años,
o más.
También celeste es mi libertad,
aunque me duela.


No me niegues:
soy dolor.
El tuyo, ¿salvador?

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Endereza

Y quién diría que las flores ya marchitas,
aquellas que yacían en su lecho
aún vivían,
aún dolían,
y las seguías queriendo.


Porque las flores con balas no se matan
y porque el agua que las nutre,
incluso las ahoga.
Pero, te recuerdo, amigo,
que existen las plantas acuáticas.


No las mates,
no las odies,
no las quieras.
Pero tampoco te quedes sin hacer nada,
indiferente.


Parece tan obvia la solución
cuando se reconoce el problema.


Y es eso lo que necesitás,
reconocer tu tierra.


Si bien es árida,
si bien es tundra.
No sé si fértil será tu penumbra.


Pero cultiva.
Cultiva cual granjero tu próxima cosecha.
Porque, como me enseñó mi abuela:
siempre hay una flor
en cada planta maltrecha.


¡Derecha! – grité.
¡Derecha!
¡No te caigas, no te muerdas!


Lo que no me dijeron
es que el que se tuerce,
también se endereza.

sábado, 15 de octubre de 2016

¿Primavera?

Entre las copas de los árboles se resbalaba la lluvia.
En cada hoja se asentaban algunas pequeñas gotas
y el verde se seguía apreciando a través de la niebla.
El agua hacía que el aroma del limonero se intensificara.
Se sentía, fresco en el aire.
Mirando tal paisaje, me pregunté:
¿esto es la primavera?

jueves, 29 de septiembre de 2016

Luna

Si pudiera mirarte con otros ojos
no te miraría con ojos de luna.
Te miraría con ojos de sol,
ardientes;
para quemarte.
Pero tengo ojos de luna.
Pasiva.
Ninguna.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Aunque muera - Carta a mis futurxs nietxs

Quiero que sientas que crecí,
que no sientas que envejezco.
Que es un año más vivido,
que es otro año que sigo aquí,
y no uno más cerca
del que me muero.

Estoy viva,
estoy viva y siempre lo estaré.
Aunque muera.

En tu recuerdo,
en tu pensamiento.

En las viejas páginas de papel amarillas,
viejas como quien escribió
poesía alguna vez sobre ellas.

Estoy dentro de las piedras de tus anillos;
a veces me escapo de ahí
porque me gusta bailar sobre los surcos de tus dedos.
¡Es tan divertido!

Estoy en tu pelota de fútbol,
estoy en los libros, estoy en las canciones.
Estoy en tu comida favorita
(aunque no sé cocinar)
y estoy en el perfume
de cada una de las flores.

Estoy cuando te enfermes,
estoy cuando te quedes sin aliento.
Estoy en el aire,
estoy en el viento.

Siempre estoy contigo,
aunque a veces te olvides
y te aqueje la soledad.

No me perdiste para siempre,
estoy donde busques encontrarme.
Estoy a tu lado
aunque ausente.
Estoy viva,
aunque muera.
 

domingo, 4 de septiembre de 2016

Testamento

    Te escribiría un testamento, para recordar memorias y presentar pasados. Para relatarte cuentos y regresar momentos. Pero creo que ya no hace falta, porque hay algo nuevo. Van pasando cosas mientras otras cosas van pasando. Y poco a poquito se van marchando. Se tienen que ir, se van disipando. Si te explicara el porqué, necesitaría escribir ese testamento innecesario que trae a la vida los instantes muertos; esos que no sé cómo no me han matado. Ahora nuestro camino se ha bifurcado. Y así, sin darnos cuenta, nos hemos separado. Sin querer y sin controlarlo. Dejamos en su lugar las cosas, las arrojamos al pasado. El peso de nuestra ancla dejó de ser tan pesado. Y fuimos hacia adelante, a paso cantado. Uno, dos y tres. Un pasito al revés. Nos volvimos a encontrar, siendo dos personas nuevas. Uno y dos. No te quiero decir adiós. Tres y cuatro, me voy por un rato. Cinco y seis. Te necesito volver a ver, no aguanto que no estés. Siete y ocho. No quiero contar más. Volvámonos a encontrar. Nueve y diez. Empezamos otra vez. Nuestro cuento sin final, el cual vive y muere repitiendo historias al azar. ¿De qué me sirve rimar? Si al fin y al cabo te vas a marchar.

jueves, 18 de agosto de 2016

Imbécil

Insultarte no me sirvió de nada.
Insultarte no resolvió mis problemas.
Insultarte no logró ni siquiera herirte.
Insultarte no me empoderó.

No sirvió para llenarme de confianza,
no sirvió para armarme de valor.
Logró convertirme en todo lo que odio,
en el odio mismo y en sí.


Sólo podía salir de mi boca mil veces,
mil veces la misma, puta misma palabra.
Y me llenaba de rabia,
y aumentaba mi dolor;
y esclarecía el fulgor de mis ojos mientras gritaba.


Imbécil.
Y no me escuchabas,
y no me veías.
Imbécil,
repetí con voz más grave.
Seguías sin verme,
sin escucharme. 


Porque no era yo la que te hablaba,
era el odio que se había apoderado de mí:
para que no me vieras, ni me escucharas.
Lo escuchabas a él.


Y entonces, sólo entonces
me di cuenta de cuán imbécil
podía llegar a ser yo.
Te superé en cuanto a imbecilidad.

sábado, 2 de julio de 2016

Manos

   Me cuesta decir que mis manos eran delicadas cuando vivo tratando de esconderlas bajo mis anillos. Tenían ese no sé qué y ese qué sé yo que me hacía difícil verlas como manos de mujer. Eran una mezcla tan extraña, tan fuertes y rotas, tan suaves y a la vez ásperas por el trabajo. Siempre prolijas pero nunca tenía las uñas largas, aunque sea no naturalmente. Con pequeños cortes de cuchillo de cocina y algún que otro moretón de martillo. Lastimadas. Reales.

domingo, 26 de junio de 2016

Ukelele

Enrédate en mis auriculares
y háblame al oído.
Quiero escuchar tu dulce voz
acompañada por un ritmo
de ukelele hawaiano
que degusten mis sentidos.

Y si yo en este poema no rimo,
o rimo pero muy mal;
enséñame entonces tú a rimar.
Que esos finos labios
rocen y besen a los míos;
y nos miremos a los ojos,
azules ambos.
Dormidos.

Que este secreto
ya no se encuentre escondido
me importa muy poco.
Y me sincero,
pesaba dentro mío.

Me importa muy poco
también el qué dirán,
los otros,
los demás,
mientras contigo yo pueda cantar.

Afina mis cuerdas vocales.
Gira estas clavijas,
clavadas
en esta niña chiquita.

Yo soy tu ukelele,
llévame a Hawaii.
Con tus dulces melodías
yo aprendí a cantar.
Yo aprendí a soñar.

domingo, 19 de junio de 2016

Mariposas

Numerosas mariposas
vuelan revoloteando la pradera.
Baten sus alas,
baten
porque son libres.
Baten, porque quieren irse.
Baten,
porque son mariposas.

Es natural, te dicen algunos.
Es lógico, contestan otros.
Es obvio, afirman ellas.
Y baten, y siguen batiendo
por su libertad.
Por su vuelo,
desaferrado vuelo.


Insisto, son mariposas.
No deben vivir enjauladas.
¿Por qué, sin embargo,
algunas se quedan a voluntad en el encierro?
¿De verdad creen que eso es lo mejor?
¿Para ellas?
¿Para todos?


-¡Pero si te podés ir! ¡Andate! -
dijo una. O eso creo,
porque no hablan.
Sí,
soy una loca que escucha a las mariposas.
Y ustedes son los locos que las encierran.
Y ellas, que se encierran también.


Yo quisiera tanto ser una mariposa.
Completa, libre,
capaz de volar.
Tal vez lo soy, o lo puedo ser.
Y vos también.


Y ahora,
¿qué tal si cambiamos la palabra
mariposa,
por la palabra
mujer?

miércoles, 15 de junio de 2016

Abuela

El manto rosa pastel que arropaba a la beba,
la leche calientita a la medianoche y los cuentos
que me contabas cuando yo no podía dormir
aquellas madrugadas de verano.
En todo momento a mi lado.

“Vení conmigo,
dejémosla dormir a tu mamá”,
me decías.
Yo no entendía, porque mamá en casa
siempre tenía energía para mí.


Pero en el momento no me importaba,
y corría a acurrucarme en tus brazos
mientras nos tapábamos con las sábanas.
Y reíamos.


Y no importa cuántos años cumpla,
si dieciséis, diecisiete o váyase a saber.
A tu lado soy una niña;
crecida,
pero soy una niña.
Y amo serlo.


Porque sólo la caricia de una abuela
es la que sabe alimentar el alma y apañar con bondad,
todo aquel triste momento
que en algún pequeño, y oscuro recoveco
dolió en soledad.


Sólo tus ojos, verde esmeralda,
saben leer las palabras
que aún no salen a la luz

y que están más que escritas, grabadas
en mi corazón.

domingo, 12 de junio de 2016

Luciérnagas en Buenos Aires

     - Veo demasiadas luces de neón en esta ciudad habitada por luciérnagas. No se cieguen y brillen de una vez, ¡maldita sea! Me parece ilógico que la misma gente que nos puede sacar de la miseria sea la que consuma la miseria. Buenos Aires debería ser historia (y lo es), y no un mercado. Me duele la frivolidad que nos corrompe y nos integra al mismo tiempo. Que si tal boliche, que si tal feria… ¡Cortémosla! ¡Brillemos nosotros en vez de usar linternitas de colores! – exclamó.
     Cuando terminó de hablar yo no supe qué hacer. Nunca había oído a nadie hablar de esa manera. Sentí que me había escuchado a mí misma en sus palabras. Dijo en cuatro frases todo lo que yo pensaba y sentía, resumiéndolo perfectamente, y con el tono exacto en el que yo quería hacerlo. Agradezco tenerla en mi vida, porque si bien por nuestros ojos y oídos entra lo mismo, por nuestra boca salen cosas completamente diferentes. Yo no sirvo para hablar, y es ella la que le pone letra a mi canción. A mi eterna canción de vida.

martes, 31 de mayo de 2016

Señor profesor

Y no venga, señor profesor
a decirme que no tengo luz.


No venga, y me diga: 
Cállese
y siéntese como una señorita!"


Olvídese de las reglas,
sólo acuérdese del respeto.
¿Qué sería un colegio sin sus estudiantes?
Estudiantes, no alumnos.


En cada uno de nosotros hay una estrella,
hay un ingeniero,
hay un empresario,
hay un artista.


Y no venga, 
señor profesor, no venga
a decirme que no tengo luz.
Porque yo estudio y aprendo,
no soy tu discípula.


"Tengan conciencia
de que ustedes son la luz del mañana",
dirán algunos.
Yo afirmo, mientras tanto,
que somos la luz del hoy.

domingo, 29 de mayo de 2016

Espada

Escuché tu voz
y en un simple instante morí.


Fue tu espada de juguete la que atravesó mi pecho
y la única que me hizo sangrar.
Las únicas balas capaces de noquearme
provenían de tus palabras y lloraban
mis ojos,
aunque sin derramar lágrima alguna.


Y si explotaba mi cabeza era exclusivamente tu culpa,
o tal vez también la mía
al otorgarte la autoridad para hacerlo.


Te quise, te amé, te adoré.
En el mismo momento en el que te repudiaba,
y odiaba con todo mi ser. Mi alma.


Escuché tu voz, y en un simple instante morí.
Y sentí tajante el sonido de tu silencio,
al cual yo imploraba por favor y con fervor:
¡interrúmpeme otra vez!

sábado, 21 de mayo de 2016

Azucenas y bergenias

Fue entonces cuando me di cuenta
que no todas las flores crecen en primavera.
Las más bellas florecen en septiembre,
y las más fuertes nacen con el frío.


Puede gustarte sólo la flor de pradera,
pero sólo pueden amarse los pétalos
cuando están congelados
y petrificados por la ventisca.


Y es que a estas flores las siento tan cercanas.
Estas flores, ¡son tan mías!


Amigo mío,
jamás será lo mismo una azucena que una bergenia.
Una brilla con su amarillo y cálido color.

Llamativa, preciosa.
La otra, rosa pálida, imperceptible.
Pero de raíces inquebrantables.


Me da lástima tener que admitir que
no soy ninguna de las dos. Mas
¡qué orgullo poder decir:
soy ambas!

martes, 17 de mayo de 2016

Porque...

Porque sus ojos celestes ahora me miraban con tristeza,
y sus lágrimas transparentes terminaban volviendo
aún más azul, su marino iris.
Profundo.
Combinado con el rojo ardor que provocaban en ellos.


Porque sus manos delicadas
ya no tenían fuerza ni para saludarme,
y sus anillos se le resbalaban.


Porque sus pasos se volvieron más lentos,
y cuando la llamaba no volteaba a mirarme.
Y aceleraba,
mientras tapaba su cara,
para no verme, siquiera.


Porque la amaba, quise seguirla amando.
Incluso sabiendo lo rota que estaba,
y que yo no era capaz de arreglarla.
Incluso sabiendo que yo era, en gran medida,
quien cargaba la culpa.


Incluso siendo yo el también
marino, y frío
azul donde ella se ahogó.

sábado, 14 de mayo de 2016

Margaritas

Cuando te miro
todas las flores se vuelven margaritas.


Lavan sus pétalos hasta que relucen de blanco,
tiñen su polen color abeja,
y visten de verde seda sus tallos
para luego sus zapatos, cafés como la tierra, calzarse.


Blanco, amarillo, verde y café.
Los colores de tus ojos, los colores de tu alma:
cálida,
plácida.


Sólo hace falta tu negra pupila
para completar a esta flor.


Sólo hace falta algún manchón negro
para reflejar lo negro en tu alma,
que no por eso deja de parecerme un lugar
cálido en el que recostarse.


Me duele y me da miedo
que aún me siga pareciendo así:
plácida.

jueves, 12 de mayo de 2016

Inamovible


Amo y odio tanto esa palabra.
Porque te describe perfectamente,
y a tu recuerdo se me hace imposible
correrlo de ella. Está ligada.
Inamovible.

Más que nada me describe a mí,
y a mi incapacidad para olvidarte.
No puedo borrar tuyos los trazos
de lápiz dibujados en el pálido,
blanco lienzo de mi piel.
Inamovible.

Porque reemplazarte es muy fácil,
pero sólo si hablamos del cuerpo.
Si me acogen otros brazos, plácidamente
descanso sobre ellos. Y me sostienen.
Mas cuando me sueltan, no me siento llena.
Algo me falta. Y sos vos,
inamovible.

A veces me creo que soy una naranja completa.
Y en realidad sólo soy un damasco sin su carozo.
Alegre, ¡tan llena de alegría! Mas bajo el naranja
brillante, estoy vana. ¡Tan llena de vacío!
Y ese vacío es igual a vos.
Inamovible.

martes, 10 de mayo de 2016

Mermaid

Crazy,
crazy red hair.
You told me.
How could you do that to your head?


I wanted to sing
for you.
I answered.


You looked me in the eyes
and saw the blue.
The deep blue ocean for a second.


I wanted to sing for you, dear!
I wanted to be your mermaid!


But my voice was taken.
And the worst is:
she didn’t steal it from me.
I gave it to her.


I’m laying on the sand next to my prince.
But I can’t sing to him.
My voice is gone.


The only thing that I could do
to be your mermaid
was dyeing this crazy,
crazy red hair.

lunes, 9 de mayo de 2016

Belleza

Cantaban las sirenas en el fondo del mar, 
cantaban.
Bailaban las ninfas a la orilla del río,
bailaban.
Todas me recordaban a ella.
Todas me recordaban a ti.

Los ojos cerrados y los brazos extendidos,
las bocas abiertas insinuando una voz.
Tupidos los prados donde ellas giraban,
finos los pies que rozaban el piso.
Y me hacían volar la cabeza.


¡Qué belleza!, pensé.
¡Qué belleza la que estoy presenciando!
Quise exclamarlo, quise gritarlo, quise bramar.
Pero callé.


En cada una de ellas veía a mi hermana.
Veía a mi madre, a mi prima, a mi abuela.
Veía en sus ojos reflejadas sus almas,
y veía en cada diente una sonrisa,
que alumbraba tal y como un lucero.


¡Calla, niña tonta! ¡Calla!
Me decía a mí misma.
¡Ten cuidado que te van a descubrir!
Pero yo sólo quería admirar la belleza.
Aquella belleza
que jamás pude ver en mí.

domingo, 8 de mayo de 2016

Llora por mí...

...y no en mi nombre.
Llora por mí.
No te emborraches.
Llora por mí,
hazme el maldito favor.
¿Acaso no ves
que no puedo llorar por mí misma?
¿Acaso no ves
que el alma se me secó?

jueves, 5 de mayo de 2016

Mujer

Yo estaba desnuda, con los pies descalzos. Lo único que cubría mi cuerpo eran las pulseras de plata que uso hace tantísimos años. Nunca desde entonces me las había quitado. Es más, jamás había pensado en quitármelas. No hasta que la conocí.
Ella se encontraba justo en frente de mí. También desnuda. Tan libre, tan fresca. Sin ninguna atadura. Se acercó despacio. Sigilosa. En ese momento temblé. Recorrí su anatomía con mi mirada. Visualicé sus tatuajes. Eran demasiados como para siquiera estimar un número.
Fue entonces cuando la miré a los ojos. Ella miró los míos, y sin dejar de hacerlo tomó suavemente mis muñecas. No aguantaba sus pupilas e iris sobre mí. Miré nerviosa mis muñecas, luego su cara, luego mis muñecas y así varias veces.
Delicadamente deslizó sus dedos y maniobrando sus largas uñas, perfectamente pintadas, me despojó de mis pulseras. Era la primera vez en toda mi vida en la que me sentí plenamente libre. Yo era un pequeño pajarito tembloroso, al que le habían abierto la puerta de la jaula en la que él mismo se había encerrado. No fue hasta haberla conocido a ella, y específicamente ese momento, que pude por fin saberlo. Era definitivo. Nunca me había sentido tan mujer.