lunes, 9 de mayo de 2016

Belleza

Cantaban las sirenas en el fondo del mar, 
cantaban.
Bailaban las ninfas a la orilla del río,
bailaban.
Todas me recordaban a ella.
Todas me recordaban a ti.

Los ojos cerrados y los brazos extendidos,
las bocas abiertas insinuando una voz.
Tupidos los prados donde ellas giraban,
finos los pies que rozaban el piso.
Y me hacían volar la cabeza.


¡Qué belleza!, pensé.
¡Qué belleza la que estoy presenciando!
Quise exclamarlo, quise gritarlo, quise bramar.
Pero callé.


En cada una de ellas veía a mi hermana.
Veía a mi madre, a mi prima, a mi abuela.
Veía en sus ojos reflejadas sus almas,
y veía en cada diente una sonrisa,
que alumbraba tal y como un lucero.


¡Calla, niña tonta! ¡Calla!
Me decía a mí misma.
¡Ten cuidado que te van a descubrir!
Pero yo sólo quería admirar la belleza.
Aquella belleza
que jamás pude ver en mí.

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