cantaban.
Bailaban las ninfas a la orilla del río,
bailaban.
Todas me recordaban a ella.
Todas me recordaban a ti.
Bailaban las ninfas a la orilla del río,
bailaban.
Todas me recordaban a ella.
Todas me recordaban a ti.
Los ojos cerrados y los brazos extendidos,
las bocas abiertas insinuando una voz.
Tupidos los prados donde ellas giraban,
finos los pies que rozaban el piso.
Y me hacían volar la cabeza.
¡Qué belleza!, pensé.
¡Qué belleza la que estoy presenciando!
Quise exclamarlo, quise gritarlo, quise bramar.
Pero callé.
En cada una de ellas veía a mi hermana.
Veía a mi madre, a mi prima, a mi abuela.
Veía en sus ojos reflejadas sus almas,
y veía en cada diente una sonrisa,
que alumbraba tal y como un lucero.
¡Calla, niña tonta! ¡Calla!
Me decía a mí misma.
¡Ten cuidado que te van a descubrir!
Pero yo sólo quería admirar la belleza.
Aquella belleza
que jamás pude ver en mí.
las bocas abiertas insinuando una voz.
Tupidos los prados donde ellas giraban,
finos los pies que rozaban el piso.
Y me hacían volar la cabeza.
¡Qué belleza!, pensé.
¡Qué belleza la que estoy presenciando!
Quise exclamarlo, quise gritarlo, quise bramar.
Pero callé.
En cada una de ellas veía a mi hermana.
Veía a mi madre, a mi prima, a mi abuela.
Veía en sus ojos reflejadas sus almas,
y veía en cada diente una sonrisa,
que alumbraba tal y como un lucero.
¡Calla, niña tonta! ¡Calla!
Me decía a mí misma.
¡Ten cuidado que te van a descubrir!
Pero yo sólo quería admirar la belleza.
Aquella belleza
que jamás pude ver en mí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario