Te escribiría un testamento, para recordar memorias y presentar pasados.
Para relatarte cuentos y regresar momentos. Pero creo que ya no hace
falta, porque hay algo nuevo. Van pasando cosas mientras otras cosas van
pasando. Y poco a poquito se van marchando. Se tienen que ir, se van
disipando. Si te explicara el porqué, necesitaría escribir ese
testamento innecesario que trae a la vida los instantes muertos; esos
que no sé cómo no me han matado. Ahora nuestro camino se ha bifurcado.
Y así, sin darnos cuenta, nos hemos separado. Sin querer y sin
controlarlo. Dejamos en su lugar las cosas, las arrojamos al pasado. El
peso de nuestra ancla dejó de ser tan pesado. Y fuimos hacia adelante, a
paso cantado. Uno, dos y tres. Un pasito al revés. Nos volvimos a
encontrar, siendo dos personas nuevas. Uno y dos. No te quiero decir
adiós. Tres y cuatro, me voy por un rato. Cinco y seis. Te necesito
volver a ver, no aguanto que no estés. Siete y ocho. No quiero contar
más. Volvámonos a encontrar. Nueve y diez. Empezamos otra vez. Nuestro
cuento sin final, el cual vive y muere repitiendo historias al azar. ¿De
qué me sirve rimar? Si al fin y al cabo te vas a marchar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario