Y es que
¿cómo empezar a escribir sobre algo que aún no termina?
Porque seguimos buscando
a los niños y niñas,
a los nietos y nietas,
a los hijos e hijas.
A los desaparecidos.
A las desaparecidas.
Que, cabe aclarar,
no desaparecieron, no se perdieron;
no por su cuenta.
Voy a mencionar nombres fuertes:
Massera, Agosti, Videla.
Fuertes, porque duelen
como el fuerte golpe que fue.
Pero débiles, tan débiles,
porque sólo el hombre débil
usa la fuerza para ejercer poder.
Cuarentaiún años después
nos quieren volver a ver la cara.
Vendernos que fueron menos,
insistir en que no es algo de lesa humanidad.
Pero este pueblo tiene memoria,
sabemos la verdad
y queremos justicia.
Sé que mis palabras no son suficientes,
y tal vez es que no las hay.
Lo que sí hay es una cifra:
Fueron 30.000.
Que jamás desaparecieron del todo,
porque se encuentran en nuestra memoria y,
si conozco una verdad
es que la justicia va a llegar.
Nunca más.