Hoy me vuelvo a dormir triste. Te
preguntarás por qué. En realidad, no pasó nada. En sueños, pasó absolutamente
todo.
Yo me pongo a pensar, ¿es posible estar triste
por algo que no ocurrió, por algo irreal? O, ¿no es, acaso, nuestra propia
percepción de los hechos, algo irreal? Es más que difícil saber la respuesta. Y
digo esto, sólo porque no me gusta la palabra imposible.
Recostada sobre la pared que se
encuentra del lado derecho de mi cama, me perdí entre onirias y obnubilaciones.
Para volver a encontrarte. O a encontrarme, dependiendo de cómo lo quieras ver.
Te pedía perdón, por no haber
querido reconocer mis propios errores, mis propias heridas. Por no haber
enmendado las cosas antes de poder seguir adelante. Por mutilar lo bueno
queriendo explotarlo. Por haber entrado en tu vida sin pedir permiso previo.
Por haber derrumbado todo en un vano intento de amarte.
Me da lástima haber visto más
cosas de mí que de vos. Mi cerebro centró su enfoque en mi propia persona,
cuando podría haberme mostrado tus ojos, tu boca, tu pelo. Podría haber oído tu
risa, podría haberte escuchado cantar. Mas sólo vi tu expresión entumecida y
enmudecida. Sentí el mismo nudo que tenías en el pecho, y que subía hasta tu
garganta.
Y es que vos no sos así. Nosotros
no somos así. De esa manera ni siquiera existimos, porque fue sólo un sueño.
¿Pero qué me decís de la realidad? No existimos. Ni vos, ni yo, existimos
separados. Y mucho menos, existimos juntos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario